miércoles, 21 de octubre de 2015

Si lo hacemos... lo hacemos bien.



Era el año 1998 cuando el destino reunió a un grupo de jóvenes en un curso sobre animación sociocultural. Algunos de nosotros ni siquiera sabíamos eso de sociocultural lo que significaba. Pero pronto supimos identificarnos perfectamente con ese movimiento de ideas.

Trabajar aspectos sociales desde la participación de las personas. Rápidamente hicimos nuestra la filosofía de la animación sociocultural, muy poco conocida por aquellos tiempos.

Teníamos la formación, teníamos la motivación, teníamos las ganas … No podíamos permitir que todo eso se perdiera una vez diéramos carpetazo al curso. Con todo lo acumulado debíamos hacer algo, era el destino que nos había juntado y tenía reservado algo especial para nosotros.

No pasó mucho tiempo hasta que la primera versión de Tindaya (Tindaya Animación) vio la luz. Una asociación compuesta por gente joven, dispuesta a trabajar con ilusión y aportar nuestro granito de arena a la consecución de un mundo mejor. Sólo nos pusimos un límite: si lo hacemos, lo hacemos bien.

Cansados de ver cómo se ponen en práctica iniciativas sin sentido, con poca repercusión social; hartos de comprobar cómo la animación se entendía como un pasatiempo sin ningún interés educativo o social; decepcionados de ver cómo el mundo entero tenía sueños de construir una mejor sociedad y que todo se quedaba en eso, en un sueño… Nosotros debíamos ser diferentes.

Y por eso Tindaya representa, todavía hoy, el anhelo de un grupo de personas cansadas de la teoría que nunca llega a la práctica, gente que quiere romper la barrera que divide lo ideal de lo real porque sabemos que es posible cambiar las cosas. Queremos cumplir el sueño de mejorar la sociedad, de hacer a la gente más feliz. Y ¿qué mejor forma que a través de la animación social?

Casi 20 años después han cambiado muchas cosas: todos los que compartían ese sueño conmigo están ahora en otros menesteres, la asociación se disolvió, y resurgió más tarde como Tindaya Educación (dentro de la mercantil La Petita Escola), la crisis económica le afectó gravemente, pero… pero a pesar de todo, aquí sigue Tindaya Educación más viva que nunca.
En este tiempo habrán cambiado muchas cosas, pero si de algo puedo sentirme orgulloso es que Tindaya mantiene intactos sus principios y valores del primer día. Que ahora sea una empresa no significa que tengamos que “mecanizar” los servicios, ni trabajar sin sentimientos, ni que el dinero sea la única ganancia posible.

Siempre he pensado que los valores son fundamentales en todos los ámbitos de la vida, también en el empresarial. Sin valores nos echamos piedras sobre nuestro tejado, perdemos dignidad y dificultamos el avance social.

Con estas premisas Tindaya Educación sigue comprometida en trabajar de forma intensa y productiva en mejorar la vida de todas las personas que nos acompañen. ¿Por qué? Porque nos gusta lo que hacemos, porque nos parece que es necesario, porque sabemos que es posible cambiar las cosas.

         Queremos contribuir a hacer personas mejores, y a mejorarnos nosotros mismos con las personas.

         Si perdemos de vista la vertiente humana y social de este trabajo corremos el riesgo de convertirnos en simples comerciantes de trastos; perderíamos nuestros valores para llegar a ser una empresa comercial como cualquier otra. Y habríamos vuelto a la teoría que nunca llega a la práctica y a lo ideal que nunca pasa a ser real.

         Tindaya Educación siguió, sigue y seguirá siempre manteniendo sus valores:

-        Le preocupa la sociedad y trata de mejorarla en lo que puede.
-        Mantiene firmes sus principios y valores.
-         El beneficio obtenido no es únicamente económico, también se enriquece de la satisfacción por el trabajo bien hecho, de la felicidad por ayudar a la gente, del crecimiento personal gracias a las experiencias vividas, de lo apasionante que resulta comenzar cada nuevo proyecto... en resumen, disfrutamos de este trabajo tan especial.

Tindaya nació para tratar de mejorar la sociedad, y hoy sigue apostando por construir un mundo mejor.

martes, 20 de octubre de 2015

Ilusión y buenas perspectivas

Hola a todo el mundo.

Después de innumerables horas filosofando sobre mis percepciones del mundo que nos rodea gracias al feedback que me ofrece trabajar abierto a la sociedad, he decidido que era hora de reflejar esas conclusiones y formas de ver la vida en este pequeño rincón.

Resulta muy apasionante poder conocer, conversar y aprender de las docenas de personas con las que me cruzo por mi trabajo. Todo el mundo tiene algo que aportar, todos tienen algo que decir, una experiencia acumulada, unos conocimientos adquiridos, y una vida que contar. Y yo les escucho, porque la completa sabiduría (si es que se puede obtener en alguna ocasión) proviene precisamente de la suma de las pequeñas sabidurías humanas.

Cada persona aportamos nuestro granito de arena y de este modo acabamos formando una gran montaña de experiencias vitales, de momentos inolvidables y de aprendizajes únicos.

Me siento enormemente orgulloso y feliz de poder trabajar en loque trabajo, de que el destino me permita asomarme a la vida de tantas personas que tienen tanto que ofrecerme, y aprender de ellas. Y me siento tan en deuda por ello que me parece la mejor idea de todas poder abrir este nuevo canal de comunicación donde poder compartir con todos vosotros/as las vivencias, enseñanzas y experiencias que este -mi bonito- trabajo me ofrece cada día.

Cuando de verdad te gusta lo que haces, cuando de verdad te sientes feliz con tu misión, cuando trabajas de corazón, poniendo el máximo cariño y respeto a lo que haces... la gente lo percibe. Aquí no se  trata de trabajar por trabajar, de lo que se trata es de ofrecer lo mejor de uno mismo, porque la misión es importante: mejorar el mundo y hacer a la gente feliz. Ese es mi propósito personal y profesional. Y eso se consigue con empeño, innovación, calidad y mucho cariño. Y es que después de tantos años trabajando en la educación y en lo social, me siento orgulloso de mí, de lo que he logrado, de todos los amigos y amigas que he conseguido en el camino y de todos los buenos momentos que he podido generar en las personas.

Pero esto es el principio. Queda mucho por hacer. Este mundo necesita una buena mano de pintura. Así que aquí estoy dispuesto a prestar mi colaboración. Estoy absolutamente convencido que merece la pena esforzarse por hacer las cosas bien y que eso traerá buenos resultados. Construyendo un mundo mejor.